Es muy común cuando sale el sol después de un día lluvioso, que se forme un arcoíris.
Pero realmente este es en un fenómeno puro y exclusivamente natural, dado bajo ciertas condiciones climáticas y lumínicas.
No existe en él ninguna explicación mágica para esto, por el contrario, es parte de la ciencia, fue, descubierto primeramente por Newton, quien dijo que este solo se producía cuando los rayos del sol atraviesan pequeñas partículas de humedad contenidas en la atmósfera terrestre, no necesariamente lluvia climática.
Pero si es muy común que lo apreciemos después de la lluvia, sin embargo, si probamos experimentar formando nuestra propia cortina de agua con una manguera, también podríamos llegar a lograr vislumbrar dicho arcoíris.
Para ello se deben cumplir ciertas condiciones que fueron descubiertas por Descartes tiempo después en 1637, los rayos de sol que inciden en las gotas de agua deben salir con ángulo de 138 grados, este es el "ángulo del arco iris". Si la luz saliera a 180 grados, entonces regresaría por donde vino. Como el ángulo de salida es de sólo 138 grados, la luz no se refleja exactamente hacia su origen. Esto hace posible que el arco iris sea visible para nosotros, que no solemos encontramos exactamente entre el Sol y la lluvia. De manera que siempre, si nos colocamos de frente a un arco iris, el Sol estará detrás de nosotros.
Hablando de tecnicismos, un rayo de luz solar, de los que "hacen" un arco iris, cambia su dirección tres veces mientras se mueve a través de una gota de lluvia:
Primero entra en la gota, lo cual ocasiona que se refracte ligeramente.
Entonces se mueve hacia el extremo opuesto de la gota, y se refleja en la cara interna de la misma. Finalmente, vuelve a refractarse cuando sale de la gota de lluvia en forma de luz dispersa.
La descomposición en colores es posible porque el índice de refracción de la gota de agua es ligeramente distinto para cada longitud de onda, para cada color del arco iris.
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